miércoles, 7 de mayo de 2008


El Baile de Rueda

A menudo, la personas que se interesan por el baile tradicional en la provincia de Segovia se topan con alusiones al Baile de Rueda. Se trata de testimonos dispersos y fragmentarios que dan cuenta de cómo hubo una forma particular de baile público, característico -entre otras zonas- del territorio segoviano, del que, hasta el momento, he encontrado citas desde los incios del siglo XX.

En la actualidad, salvo honrosas excepciones, existe un grna desconocimiento sobre esta manifestación cultural que, aunque irremisiblemente perdida, fue tan nuestra. Este hecho se constata más en los "especialistas" en bailes tradicionales que en los estudiosos del conjunto de la sociedad tradicional, lo cual es doblemente triste. Por ello, creo que es necesario comenzar por explicar qué era el Baile de Rueda y qué es un baile de rueda.

Utilizo las mayúsculas para referirme al baile público que se desarrollaba ciñendo las evoluciones de sus danzas a la figura del círculo o rueda, y constituía un acontecimiento socio-cultural de primer orden pra las comunidades rurales. En otro orden de cosas, los bailes de rueda eran los distintos bailes que se ejecutaban en la rueda. Tanto los corridos como los fandangos y las seguidillas eran bailes de rueda, como lo eran las entradas de baile, las mudanzas o las habas verdes, pieza esta última, que ha acaparado la representación del Baile de Rueda en las exhibiciones de danzas tradicionales hasta hace quince o veinte años.

Los distintos testimonios, orales o escritos, nos han ayudado a reconstruir una imagen aproximada de lo que, en su momento, debió ser esta actividad, que marcaba en buena medida el ritmo de los domingos y días de función en las distintas localidades.

A media tarde empezaba el baile y se extendía hasta la hora de cenar, más o menos las ocho de la noche. Después proseguía, hasta las doce aproximadamente, a la luz de luminarias y teas, por lo que esta segunta parte también se conocía como Baile de Velada. La plaza, como lugar céntrico al que podía asistir todo el pueblo con holgura, era, por lo general, el sitio escogido para la celebración, pero cuando el clima no acompañaba a la fiesta, el baile se trasladaba a los salones o paneras del ayuntamiento.

En la rueda de los mayores participaba la gente moza y casada, lugareños y algún forastero. Mientras unos bailaban, otros miraban, quizá recordando tiempos mozos, tal vez esperando a ser sacadas a bailar las mozas, o tratando de reunir valor, los chicos tímidos, para sacar a bailar a alguna chica. Los niños corrían, jugaban o bailaban, imitando a los mayores en su propia rueda, y todo elmundo charlaba en una reunión con indudable fuerza de cohesión social.

La música que animaba, era según los testimonios, la de dulzaina (o gaita) y tamboril (tambor) . La dulzaina diatónica, primero, y cromática en su etapa final, acompañaron al Baile de Rueda, sin olvidar que con anterioridad también debió utilizarse la flauta de tres agujeros, perdida ya en la inmensa mayoría del territorio castellano.

No faltaron tampoco ocasiones para que la voz acompañase a los instrumentos, alternado con ellos, y, cuando escaseaba el dinero, los sustituyese. Lamentablemente, las recopilaciones de la Sección Femenina, posteriores a la labor de Marazuela, ignoraron la pandereta, así como otros instrumentos de percusión y acompañamiento, y las escasas personas que todavía sabían tocarlos por aquellas fechas.

El desarrollo formal del Baile de Rueda, se ceñía a la figura de un círculo dentro del cual bailaban o se movían las parejas, en dirección contraria a las agujas del reloj, los hombres por dentro, las mujeres por fuera, alternando el baile al son de "gaita y tambor" con el paseo en la rueda cuando el tambor se quedaba tocando solo. El dulzainero y el tamborilero presidían el baile al pie de una olma o de una cruz, en el centro de la plaza, viendo sucederse los compromisos entre las parejas, según iban desgranando melodías. Parece que, en un prinpicio pudo haber un cierto protocolo, pero este fue evolucionando hacia nuevas formas, y aceleró su cambio durante la etapa de crisis de 1850 en adelante -hasta su caída en desuso en los años anteriores y, sobre todo, posteriores a la Guerra Civil.

El Baile de Rueda, desde sus orígenes más o menos remotos, fue perdiendo unos contenidos y adoptando otros, acumulando y mezclando formas, por encima de modas: evolucionando y enriqueciéndose hasta mediado el siglo XIX, momento en que parece que comenzó a cambiar la pauta de la tradición, que pasó de una concepción acumulativa a una concepción sustitutiva tendente a eliminar lo anterior para ceder ante las nuevas modas. Esta es, de forma breve, la historia de una de nuestras más importantes creaciones culturales, extinta y echada a perder en los últimos cien años, el siglo en que perdimos nuestra identidad.

Rodrigo Peñas Barroso


Aquí teneis disponible el CD "Baile de Rueda", del dulzainero segoviano Rodrigo Peñas. Dos notas caracterizan este disco:

1. La simplicidad: Por un lado puede verse en las melodías sencillas muestras de los distintos géneros musicales que integraban el Baile de Rueda. Por otro lado, la ejecución se ciñe a las pautas marcas por Marazuela, en detrimento del propio estilo, que únicamente aflora en la Jota Ribereña, la de Gaona o el Corrido del Tío Tocino. Además, la formación musical elegida, una dulzaina y un tamboril (dos dulzainas como máximo), a buscado ser un reflejo lo más fiel posible de lo que ésta era en el Baile de Rueda, lejos de las formaciones de hasta 3 y 4 dulzainas tan de moda en la actualidad.

2. Las melodías que se contienen en este disco ya no se bailan y en muchos casos, por desgracia, ni siquiera se recuerdan. Las excepciones a esta afirmación son contadas; se deben más al trabajo de algún que otro grupo de danzas que a la conservación espontánea de la tradición, y, por tanto, han perdido el sentido que, en su día, tuvieron.

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